Toledo empezó su historia verdaderamente en la época romana, denominándola Toletum, y se llamó así en honor a su conquitador, Marco Fulbio (en el 192 a.c.), ya que en su ubicacion, estaba instalada una urbe celtíbera.
En España se conocen tan sólo 6 circos romanos, el de Colonia Patricia (Córdoba), el de Emerita Augusta (Mérida), Saguntum (Sagunto), Tarraco (Tarragona), Valentia (Valencia) y Toletum (Toledo).
De las construcciones de Valencia, Sagunto y Córdoba apenas se han conservado restos, y sus ruinas ahora están integradas en las contrucciones urbanas, y tan sólo Tarragona, Toledo y Mérida conservan restos.
El circo romano de Toledo, por lo tanto, tiene un gran valor artístico e histórico.
Las ruinas del circo romano, ya que no se conserva en su totalidad, se sitúan en la Vega Baja, a ambos lados de la avenida de Carlos III, con lo cual desapareció buena parte de la base de su graderío.
Su orientación de noreste a suroeste evitaba el deslumbramiento de los aurigas participantes. En este Circo tenían lugar las carreras de carros principalmente.
Fue construido a finales del siglo I, durante el mandato del emperador Octavio Augusto o el emperador Tiberio. Posiblemente, su construcción quedó incluida dentro del plan que el emperador emprendió por todo el Imperio para dotar a todas las grandes ciudades de edificios públicos, como termas, teatros, anfiteatros, o foros, con el objetivo de potenciar la romanización en estas zonas.
En concreto, el circo romano se ubicó en el norte de la ciudad romana.
Pese a estar poco investigado, ya que más de la mitad de la infraestructura aún permanece sin excavar, sus similitudes con otros circos de la península, como el de Augusta Emerita (Mérida), permiten afirmar que tenía una capacidad entre los 15.000 o 30.000 espectadores, lo que inicialmente resultó suficiente para cubrir las necesidades de la urbe así como de otros pueblos de los alrededores.
Funcionó hasta el siglo IV. Su posterior abandono propició la desaparición de los materiales nobles de su revestimiento.
Durante la etapa musulmana, al menos inicialmente, los graderíos del Circo fueron utilizados por comerciantes para ubicar ahí sus establecimientos. Más tarde, los árabes utilizaron el circo como cementerio, del que pueden observarse a simple vista muchos vestigios.
Actualmente, el cementerio medieval permanece ahí, lo que convierte al parque arqueológico en un importante cementerio medieval.
Durante la Baja Edad Media, es posible que acabara el expolio, si bien los edificios quedaron abandonados a las afueras de la ciudad medieval, lo que facilitó que los años los sepultaran y que los Toledanos olvidaran la ubicación de los mismos.
Sirvió de cobijo a vagabundos a finales del siglo XVIII, por lo que el Cardenal Lorenzana mandó tirar varias bóvedas que aún se mantenían.
Actualmente gran parte está integrada en el parque conocido como Campo Escolar creado en 1906 con motivo de la Fiesta del Árbol, recuperando aquel terreno vacío extramuros ya que la urbanización del barrio tardaría casi medio siglo. En su inmediata proximidad se hallaba el teatro romano, en el solar ocupado hoy por un colegio.